Estilo y velocidad: La moda en la industria automotriz
junio 28, 2024
Cuando pensamos en la moda, nuestra mente suele viajar a pasarelas deslumbrantes y diseños innovadores que definen tendencias. Sin embargo, el mundo de la moda no se limita solo a la ropa y los accesorios; también ha dejado una huella significativa en la industria automotriz.
Es algo que está presente en muchos aspectos de nuestra vida, es la manera que adoptamos para expresar y proyectar quiénes somos. Y aunque muchas personas no lo crean, la moda también está muy presente en esta industria, pues esta va mucho más allá del desempeño y la deportividad. Las tendencias son una constante que, de alguna manera, funciona de manera cíclica y si se maneja bien, puede tener mucho éxito y convertirse en un ícono que incluso puede trascender en el tiempo.
El cómo funciona la moda en los autos, puede ir mucho más allá de las tendencias que se marcan en el llamado mercado doméstico. ¿Quieres conocer más acerca de esto? Pues sigue leyendo, porque esta entrada de blog está llena de estilo y velocidad. Exploraremos cómo la estética, el diseño y las tendencias de moda han influido en la evolución de los automóviles. Desde colaboraciones entre marcas de moda y fabricantes de automóviles hasta el impacto de las tendencias retro en los diseños modernos, descubriremos cómo la búsqueda de estilo y elegancia no solo se manifiesta en las pasarelas, sino también en las carreteras. ¡Esto es la moda en la industria automotriz! ¡Comencemos!
El integrar la moda a los autos nace de la mera necesidad de darle un toque personal al vehículo, de hacerlo algo único. A principios del siglo XX, los autos comenzaban a ganar bastante popularidad y la clase alta de la sociedad sintió justamente esa necesidad de poseer algo que los demás no, claramente con la intención de diferenciarse del resto. Así que comenzaron a recurrir a marcas como Rolls-Royce que vieron una solución a esa necesidad y ofrecían opciones de personalización. Estas iban desde colores exclusivos y personalizados, hasta vestiduras y acabados especiales. Pronto se les sumarían diversas marcas de lujo, sobre todo europeas, para continuar con esta tendencia de personalización.
Ya entrados en las décadas de los 20’s y 30’s, el Art Deco se encontraba en su apogeo y era más que lógico que las tendencias del diseño automotriz girarían en torno a esta corriente artística que también podíamos apreciar en diseño de interiores, la vestimenta y hasta en la arquitectura. Así que para la industria automotriz resultaba más que necesario acoplarse a un movimiento visual que estaba tan presente en la vida del público.
En esencia, el Art Deco se distingue por el uso de líneas rectas, patrones simétricos y la implementación de materiales de alta calidad con colores vibrantes con combinaciones poco comunes y arriesgadas. De esta manera se lograba dar la percepción de lujo, pues el origen de la corriente surge de la combinación de la estética griega, romana, egipcia y cierto tipo de arte africano.
En cuanto al rubro automotriz, se comenzaron a adoptar líneas aerodinámicas y formas geométricas que eran características del Art Deco. Esto no solo mejoraba la estética de los vehículos, sino que también tenía beneficios prácticos al reducir la resistencia al viento. Un claro ejemplo que se convirtió en un clásico completamente reconocible es el Chrysler Airflow, lanzado en 1934 y con sólo tres años en el mercado, marcó una tendencia notable entre la gama de vehículos que se ofrecían en ese momento.
Los detalles estéticos integrados a los vehículos de esta época han llegado a ser percibidos como pequeñas obras de arte por la atención puesta para hacer sobresalir la sensación de lujo que proponía esta corriente. Pues uno de los motivos que buscaba reflejar el Art Deco es celebrar el progreso y la modernidad del nuevo siglo. Y gracias a que grandes figuras del cine y teatro comenzaron a hacerlos parte de su imagen personal, se reforzó aún más la idea de opulencia.
Una evolución notable llegó para los años 50’s y 60’s, donde justamente podemos observar las consecuencias de asociar a los autos con el cine y la televisión, al grado de concebirlos incluso como un personaje más. El más icónico sin duda pudiera ser el Aston Martin DB5 de James Bond, interpretado por Sean Connery. Este auto británico hizo su debut en la pantalla grande en el filme Goldfinger del año 1964, pero acompañaría al espía a través del tiempo, hasta llegar a la cinta No Time To Die de 2021.
Para 1955 surgiría una colaboración más que peculiar que resultaría en uno de los autos más representativos de la norteamericana Ford, pues la diseñadora ocho veces ganadora del Oscar, Edith Head, intervino para darle su toque único al Ford Thunderbird. Aquí es el momento justo en el que la moda y los autos convergen de manera perfecta, pues el trabajo de Edith puesto en este modelo marcó la pauta para definir el sentido de estilo de la época. Y aunque el Thunderbird no era precisamente un auto de lujo, sí que se percibía como uno gracias a su aspecto y toda la publicidad que giró en torno a él. Esto lo posicionó como un símbolo de estatus y comodidad.
Para la siguiente década, los mucle cars encontraron en la cultura pop su lugar ideal para volverse lo más populares. Eso sí, no solían ser nada accesibles, pero la gente se las arregló para modificar sus propios vehículos y elevar sus prestaciones o simplemente hacerlos ver estéticamente más parecidos a los muscle cars por excelencia, que eran el Ford Mustang y el Chevrolet Camaro.
Si volteamos a ver a las subculturas urbanas, también hicieron lo propio con las populares “combis” de Volkswagen o algún Datsun setentero al que tuvieran acceso. Haciendo que el tema de la modificación y personalización dejara de ser sólo para quienes pudieran adquirir un auto de lujo y se expandió para cualquiera que tuviera la creatividad de darle ese toque único y apropiarse del diseño.
Sobre todo, en los 80’s, los medios conectaron con el público a tal grado que todo mundo quería poseer los autos de sus programas y películas favoritas, porque, ¿quién no quisiera tener un DMC DeLorean? Pero justamente el tipo de temáticas que se abordaban los medios masivos apuntaban al futurismo, tanto el mundo de la moda, como el automotriz e incluso la música mostraba una fuerte tendencia hacia la tecnología y el futuro.
Esta década es bien conocida por su particular estética exagerada y llena de “lujos”, diversas marcas automotrices buscaban emular en las propias vestiduras de sus modelos a las prendas de alta costura que se encontraban en tendencia. Gran parte de porqué se colocó esta estética como estandarte de la época fue gracias a diseñadores como Gianni Versace y Giorgio Armani, quienes se encontraban creando colecciones repletas de prendas que apuntaban hacia el lujo y la opulencia. Y tal y como pasó durante el apogeo del Art Deco, las tendencias de vestimenta terminaron por reflejarse en el diseño automotriz, porque eso sí, el marketing estaba jugando un papel bastante importante dentro de todo esto.
Esto daría pie a todo lo que sucedería en la década de los 90’s, que si bien, de lejos pareciera que fue un desastre de combinaciones y choques culturales, en realidad es algo bastante interesante de analizar.
Un fuerte cambio de tendencias vino a modificar el panorama de lo que buscaba el público en ese momento. La nueva década trajo consigo una corriente que tenía la intención de abandonar los excesos visuales que existían en los 80’s, así que se adoptaron líneas de diseño más inclinadas hacia el minimalismo y la funcionalidad. Tanto la ropa como las tendencias de decoración llegaron con colores más neutros y mucho menos ostentosos que en la década pasada. Corrientes como el grunge tomaron gran fuerza y cobraron popularidad por su desenfado y simpleza.
Por otro lado, también se tendría una gran influencia de parte de la estética japonesa. Es aquí donde marcas insignia como Nissan, Toyota y Honda innovan al introducir modelos que combinaban lo deportivo con esta apariencia “limpia”, pero que además seguían teniendo esta inclinación hacia lo digital, por lo que incorporaban elementos que los hacían percibirse como algo vanguardista y muy funcional.
De este lado del mundo, justamente ocurrió el choque cultural que te comentábamos hace un momento. La estética japonesa tuvo un impacto más grande de lo esperado y junto con el creciente gusto por el tuning, ya no eran sólo las marcas quienes experimentaban con sus propios modelos, ahora eran los propios entusiastas quienes ponían a prueba toda su creatividad y conocimientos para hacer de sus autos algo único. Fue así que la simplicidad y minimalismo que salía de la línea de producción japonesa, se modificaba en los talleres particulares con el mero fin de expresar la personalidad de sus propietarios.
Hacia finales de los 80’s y principios de los 90’s, podríamos observar que, como te comentábamos al principio de este blog, la moda es cíclica. Lo vintage, cuando es traído de regreso a tiempo, es un éxito y la cultura alrededor de los autos low-riders es la prueba de ello.
A mediados del siglo pasado, la cultura chicana, es decir, los jóvenes migrantes o hijos de migrantes que se asentaban en Los Ángeles, comenzaron a modificar sus autos para hacerlos estar más cerca del suelo. Esto lo lograban recortando los resortes de la suspensión. Posteriormente, los decoraban y pintaban con colores llamativos que expresaran su identidad. Poco a poco fueron añadiendo elementos y mecanismos para hacer que incluso el auto “brincara” con un botón, y tiempo después, en la década de los 70’s, los lowriders se adoptarían en casi cualquier asentamiento latino de los Estados Unidos como Texas o Nuevo México.
Gracias a los medios y la convivencia de la cultura chicana con la afroamericana, diversos exponentes de hip hop como Dr. Dre, Tupac Shakur y Snoop Dogg los tomarían como parte de su imagen, lo que ayudó a popularizarlos aún más en la década de los 90’s. Demostrando una vez más, que esta fusión de autos y moda no era algo exclusivo de la llamada clase alta. Sino que este tipo de expresión artística podía estar al alcance de todo aquel que tuviese la creatividad suficiente.
El inicio del nuevo siglo traería consigo una globalización sin precedentes, el marketing y los medios juegan un papel mucho más activo y diversas casas de alta costura vuelven a colaborar con marcas automotrices para crear ediciones limitadas de populares vehículos y seguir apuntando hacia un lujo desmedido como al que 20 años antes habían apelado ya. Exponentes como Jay-Z mostrarían sus vehículos como el accesorio definitivo de su imagen y se volvieron unidades más que codiciadas. Incluso, varios diseñadores realizarían colaboraciones para lanzar al mercado ediciones limitadas con toques distintivos; uno de los ejemplos más populares es el Fiat 500 creado en colaboración con Gucci, el cual se distinguió por precisamente portar las características franjas de la casa de moda. Esto puede o no gustarte, todo dependerá de tu gusto. Por ejemplo, también existen un par de ediciones de MINI intervenidas por el diseñador de modas Paul Smith, quien encontró gran parte de su inspiración en el arte de Andy Warhol y estética que portaban los Rolling Stones.
Dejando un poco de lado el lujo, el cine una vez más se encargó de convertir a varios autos en íconos inmediatos de la cultura popular. Y es lógico que, si te ponemos a pensar en los años 2000, en cine y en autos, lo primero que venga a tu cabeza será la saga de Rápido y Furioso. La saga iniciada en el 2001 (y que aún no termina), fue el parteaguas para que el tuning llegara a su punto máximo, ¿y por qué no? También los autos vintage.
Esta serie de películas puso en la mira de millones a modelos icónicos como el Dodge Charger R/T, el Toyota Supra y por supuesto, el Nissan Skyline GT-R R34 modificado por Paul Walker. La gran exposición mediática provocó que se convirtieran en piezas de alto valor, mucho más si hablamos de los vehículos que se usaron para la filmación. Y si a esto lo sumamos a la creciente popularidad de videojuegos como Need for Speed y Gran Turismo, era más que obvia la importancia de los autos para la cultura pop.
A través de este siglo ha sido cada vez más notorio que la moda, el cine y funcionan perfecto como uno solo. Recientemente hubo una prueba más de esto durante la 77ª edición del Festival de Cine de Cannes, en donde las estrellas de la noche fueron la supermodelo Naomi Campbell y el BMW XM, conocido como el híbrido más potente del mundo. Esta colaboración resulta bastante de analizar, puesto que Naomi fue la elegida para la campaña de lanzamiento del XM, y el excelente recibimiento que obtuvo fue la pieza clave para llevar esta fusión al siguiente nivel. Por lo que se creó un ejemplar de este vehículo único en el mundo llamado Mystique Allure, que está inspirado en el color favorito de Naomi y está cubierto de una combinación de terciopelo y distintos detalles de alta costura que lo vuelven único, lujoso y extravagante.
Estamos seguros de que la moda y los autos seguirán funcionando juntos a la perfección y que con el pasar de los años tendremos muchas sorpresas de parte de las cientos de mentes creativas detrás de este proceso donde está más que comprobado que se crean tendencias e incluso se llegan a reinventar conceptos del pasado para seguir ofreciendo propuestas frescas y vanguardistas. Pero platícanos, ¿cómo crees que afectan estas tendencias a la manera de consumir del público? ¡Nos leemos a la próxima!
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